Historia de la Cerveza

Historia de la Cerveza

Toda historia tiene un comienzo, y el de la cerveza es éste.

La cerveza es esa refrescante magia que nace de la mezcla de cereal, agua y levadura. Su historia es tan vieja como el hombre mismo y no es de extrañar, porque en el momento en que uno de nuestros antepasados probó la dorada pócima, tuvo la certeza de que esa bebida le acompañaría para siempre.

Los primeros cerveceros

Trabajadores en Fábrica de Cerveza

No hay datos que documenten una cifra concreta, pero muchos consideran que su descubrimiento llegó de la mano de la fabricación de algo tan fundamental para nuestra alimentación como es el pan. Y es que pan y cerveza son productos hermanos, pues ambos se desarrollan con los mismos ingredientes, sólo que las proporciones en las cantidades son diferentes.

Así, en época sumeria, es decir, en la cuna de la civilización, ya tendríamos grabados de arcilla que demuestran la producción de una bebida que se hacía a partir de la fermentación de cereales. Era nutritiva, saciante y mejoraba el estado de ánimo de quien la bebía. Eran las primeras cervezas.

No es difícil entender que la fórmula para producir algo tan saludable se extendiera con facilidad desde Oriente Medio hasta los lugares más recónditos del Mediterráneo. Los egipcios fueron unos grandes consumidores de cerveza y se atrevieron a jugar con su receta, pues le añadieron miel, azafrán o incluso comino, experimentando siempre para lograr sabores nuevos. Se consideraba una bebida divina y que el propio Osiris era su creador.

Cerveza para todos

Así, la manera de hacer cerveza se fue difundiendo por Europa, y llegó hasta el norte, donde los vikingos la bebían para celebrar sus brutales conquistas, y se estableció en los monasterios, donde los monjes mejoraban la receta y guardaban el secreto celosamente, verdaderos alquimistas que no revelarían su fórmula bajo ningún motivo.

Las primeras grandes industrias cerveceras no nacerían hasta el siglo XVI, periodo en el que los alemanes tomaron la delantera al contar además con la primera ley de pureza de la cerveza alemana, que enumeraba los ingredientes que únicamente se podían usar.

Y después, gracias a la máquina de vapor, en plena Revolución Industrial, los cerveceros del mundo vivieron un gran salto, pues los sistemas de producción cambiaron totalmente para adaptarse a los nuevos tiempos y al floreciente consumo. Por no hablar de la conmoción que supusieron los descubrimientos de Pasteur acerca de la fermentación, ya a finales del siglo XIX.

La evolución sigue, y la mejora de un producto que simboliza alegría y amistad no ha tocado techo. En pleno siglo XXI están surgiendo muchas microcervecerías, que miman el zumo de la cebada para conseguir cervezas únicas y personalísimas. Así es como trabajamos en La Nena, uniendo lo mejor de la tradición artesana y de las modernas técnicas de producción. Y así es como queremos hacéroslo llegar.

Añadir comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *