El uso de técnicas naturales y artesanales, herederas de la tradición más cervecera de nuestro país, está presente en cada una de las fases de elaboración de la cerveza La Nena, así se consigue un producto único, fresco y natural.
El proceso de producción se divide en cuatro etapas que vamos a repasar poco a poco. ¿Queréis saber un poquito más de cada una de ellas?
Molturado
Para poder obtener la mejor cerveza, necesitamos tomarnos en serio este proceso, mediante el cual, el grano de malta se muele. Es importante que el grano se “chasque” en su justa medida, pues una malta demasiado entera o una harina en exceso triturada, condicionarían todo el proceso, impidiendo una calidad como la que estamos buscando.
Maceración
Aquí haremos la infusión de cebada que será la base de nuestra cerveza. Para ello, se llena una caldera con agua que calentamos hasta la temperatura adecuada. Echamos nuestra malta y dejamos macerar el tiempo preciso.
En esta parte del proceso, se producen ciertos momentos muy interesantes. Los artesanos irán variando la temperatura de esa olla en la que estamos cocinando para conseguir que la cebada nos dé sus diferentes propiedades en cada momento: la extracción del almidón, la acción de las enzimas, la obtención del azúcar…
Pasado el tiempo correspondiente, retiraremos el grano, consiguiendo así el bagazo, que no es otra cosa que la cebada mojada. En La Nena, todos los materiales se reutilizan, para hacer un proceso sostenible y natural. Por ello, nuestro bagazo pasa a convertirse en comida para el ganado, un alimento muy apreciado por pastores y granjeros por sus beneficios para los animales.
Cocción
Ahora mismo, nuestro proyecto de cerveza es un espeso jarabe muy dulce. Es el momento de cocerlo con el lúpulo, el ingrediente que le dará su sabor definitivo. Para ello, echaremos lúpulo en distintas fases para conseguir, en cada una de ellas, extraer una propiedad distinta de nuestra preciada planta.
El primer lúpulo le dará el amargor tan característico de toda cerveza.
El segundo lúpulo le otorga su sabor.
El tercer lúpulo le añadirá su característico aroma.
Por supuesto, los tiempos de cocción y el minuto exacto en el que se vierte cada uno de los lúpulos, varía según la receta y el tipo de cerveza y cada empresa artesanal tiene su propia fórmula.
Fermentación
Una vez que nuestro caldo ha cocido y los lúpulos han volcado en él sus diferentes magias, es el momento de bajar la temperatura a la cerveza para proceder a la fermentación.
El fermentador será el aparato que entre en juego en este momento. En él, verteremos nuestro líquido y le añadiremos la levadura, el último de los grandes ingredientes que una cerveza necesita y el que hace el “milagro” de convertir el mosto en cerveza. La cerveza pasará por dos fermentaciones diferentes:
La primera fermentación dura entre cinco y diez días y, con ella, conseguiremos la densidad final del producto. Aquí resulta muy importante vigilar la temperatura de la cerveza, que ha de ser constante para que el proceso no se vea alterado.
En la segunda fermentación, se produce una vez embotellada la cerveza, en este momento termina de madurar y se genera de manera natural el carbónico final de nuestro caldo. Ahora es cuestión de espera. El tiempo para considerar que la cerveza esté lista varía dependiendo de cada estilo.
Y, ahora, sí: ¡a servir Las Nenas y a disfrutar de lo mejor de ellas!
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